Una frase que puede oírse frecuentemente en muchos hogares tras descubrir la presencia de este molesto parásito, y es que se trata sin lugar a dudas, de la parasitosis más frecuente. Hace algunos años solo se presentaba en los meses más calurosos, pero dado que los inviernos ya no son tan fríos, pueden presentarse en cualquier época del año. 

 

 

Los piojos.

Su nombre es Pediculus humanus capitis, y es un parásito exclusivo del hombre, no puede vivir sobre animales domésticos u otro tipo de animales. Vive en el pelo de la cabeza, cerca del cuero cabelludo y prefiere las zonas cercanas a la nuca y las orejas. Dado que se alimenta de sangre, el piojo muere a las 6-48 horas de abandonar el huésped. 

Es un insecto pequeño, pero visible a simple vista, que, ni vuela, ni salta, pero si se desplaza rápidamente. Se reproduce mediante huevos que se fijan al pelo, en zonas cercanas al cuero cabelludo, con una secreción adherente, insoluble en agua y muy resistente, lo que dificulta su total eliminación

La hembra inicia la puesta de huevos con su madurez sexual; pone unos 10 huevos/día, que tienen un periodo de incubación de 7-15 días. 

 

 

 

El principal síntoma de la presencia de piojos en la cabeza, es el prurito provocado por la saliva que genera el piojo al picar sobre el cuero cabelludo para alimentarse. Este prurito puede derivar en lesiones debidas al rascado, infecciones bacterianas secundarias, adenopatías cervicales y occipitales, especialmente en la nuca, coronilla y postauriculares. 

La forma más frecuente de transmisión es por contacto directo con la cabeza o el cuerpo de la persona infestada. Pasan de una cabeza a otra con gran facilidad. Existen otras vías de transmisión indirecta como utilizar peines, cepillos, gorras, toallas, ropa de vestir y de cama y otros objetos contaminados. 

 

Medidas preventivas.

- Se aconseja que los niños lleven el pelo corto y las niñas recogido para minimizar las posibilidades de contacto.

- Acostumbrarse a mirar con regularidad la cabeza de los niños, al menos 2 ó 3 veces por semana, especialmente si se rascan la cabeza.

- Utilizar la lendrera habitualmente  puede ayudar a evitar la infestación.

- Incrementar la frecuencia del lavado de manos y uñas para evitar la diseminación de la parasitosis a través de éstas.

- En la piscina, utilizar gorro, pues los piojos son capaces de sobrevivir en el agua durante un cierto tiempo; una vez allí se hallan a flote y, por consiguiente, son susceptibles a depositarse sobre un nuevo pelo, ya sea este del mismo huésped o de otro distinto. 

- Tratar al resto de la familia o allegados con preparados que eviten el contagio y la diseminación. 

- Evitar compartir peines, cepillos, diademas y demás complementos. Para evitar la diseminación se pueden sumergir de forma periódica en una solución insecticida. 

- Lavar y secar a altas temperaturas la ropa que haya podido permanecer en contacto con la zona infectada por la parasitosis. Si la naturaleza de la prenda no permite esta operación se puede aislar, por ejemplo introduciéndola en un compartimento o bolsa durante unos días, esto puede ser muy útil con peluches, almohadas... 

- El uso de repelentes es una alternativa que permite prevenir la infestación, ahuyentando al parásito de la zona capilar. No tiene capacidad de eliminación.

 

 

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