La psoriasis es una enfermedad autoinmune inflamatoria cutánea que provoca el desprendimiento e infección de la piel causando dolor e hinchazón. No es infecciosa y la sufren, sobretodo, personas de entre 30 y 50 años. Se desconocen las causas exactas, aunque suelen achacarse a factores genéticos y ambientales, aunque también al estrés o a ciertos medicamentos.

Se considera enfermedad autoinmune porque el sistema inmunitario es el que ataca al propio organismo. La mayoría de las células de la piel se sustituyen una vez al mes y a medida que aparecen nuevas, las antiguas se desprenden de la piel. En el caso de la psoriasis, dichas células se reproducen en un tiempo mucho menor: entre tres y seis días. Esta misma rapidez provoca que las células muertas se acumulen sobre la piel, dando lugar a la formación de placas o costras que, en ocasiones, pueden sangrar.

 

Comparecencias de la Justicia

Hace años, el Instituto Nacional de la Seguridad Social denegó la petición de un afectado, mecánico de profesión, de percibir una pensión de incapacidad permanente por causa de la enfermedad. El afectado padecía psoriasis crónica y recurrente “con patrón agresivo”, lo que le obligaba a una hospitalización parcial cada dos semanas, tras aplicarle la fuerte medicación que precisaba. 

Pero hace apenas unas semanas varios medios de comunicación publicaban la noticia de que el Juzgado de lo Social número 9 de Barcelona finalmente le ha concedido la incapacidad permanente absoluta, con una pensión mensual de 1.815 euros. Por lo general, es muy extraño que se conceda una invalidez por esta enfermedad. De ahí lo llamativo de la reseña.

A pesar de tratarla con productos específicos, a J.L.M.F. la psoriasis le produce reaparición de brotes en manos y pies, con episodios de sobreinfección bacteriana, lo que le impide coger objetos y le causa una incapacidad para dedicarse a su oficio de mecánico. Además, en su caso, esta psoriasis acabó derivando en una artritis, que le aparecía sobretodo en las manos, dificultando su trabajo y complicando más su vida diaria. 

Sin embargo, otras personas no han corrido la misma suerte. Es el caso de la zaragozana Mª Jesús Pardos a la que el INSS le negó la incapacidad laboral a pesar de todos los informes médicos presentados. Ella sufre esta enfermedad desde los cinco años y llegó a debilitarle la columna de tal modo que tuvieron que operarla de una hernia discal. También tiene que convivir con una depresión, fibromialgia y artropatía psoriásica. 

La propia medicación afectó a otras partes de su organismo como el riñón y el hígado. El tratamiento que recibe es tan fuerte que debe pasar dos o tres días en la cama cada semana, además de tener fiebre constantemente y de sufrir un deterioro constante de sus huesos. A pesar de sus grandes dolencias, Mª Jesús no consiguió la discapacidad. Lleva años luchando por ello y el INSS siempre se la desestima. Tan grande es su batalla que incluso llegó a ir a juicio.

A este último caso hay que sumarles los de las miles de personas que continúan con sus vidas y su trabajo sufriendo esta enfermedad en silencio, sin reclamar ninguna pensión por incapacidad ni presentar informes médicos a jueces ni a la Seguridad Social. Aunque se puede exigir dicha invalidez si se da el caso de alguno de los siguientes factores:

-Incompatibilidad física con el trabajo.

-Agravación del proceso, lo cual es muy habitual, sobre todo en trabajos de campo o construcción.

-Riesgo para terceros, constituido por manipuladores de alimentos (pasteleros, panaderos, envasadores).

-Por afectación estética en profesiones como actor, músico, modelo o relaciones públicas. 

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