Aunque no es una enfermedad como tal, el síndrome (o depresión) postvacacional afecta a más del treinta por ciento de la población española cada año al terminar las vacaciones. El hecho de marcharnos de nuestro lugar de descanso, bien sea la playa o la montaña, para comenzar de nuevo con la rutina laboral (y familiar, en caso de tener hijos) provoca síntomas tales como tristeza, apatía, irritabilidad, insomnio, fatiga o problemas de concentración

Cada vez se repite con más frecuencia, especialmente si las vacaciones son demasiado largas (de un mes, por ejemplo) por lo que volver a adaptarnos a la rutina será mucho más difícil. Por ello que los psicólogos afirman que si se dividen a lo largo del año en periodos cortos (de unos diez días), será una ayuda para reducir los síntomas del síndrome postvacacional.

 

Vacaciones: necesarias para rendir mejor

Los expertos coinciden en que las vacaciones no pueden ser opcionales o voluntarias, sino que son necesarias para el bienestar físico y psíquico del trabajador, que durante las mismas podrá disfrutar de una necesaria desconexión de la rutina para volver descansado al trabajo y así rendir mejor. Por tanto, unos días de vacaciones deberían ser obligatorios. 

Pero además de descansar, en vacaciones podemos “permitirnos el lujo” de realizar todo aquello que, por falta de tiempo durante el resto del año, no podemos hacer, como: viajar y descubrir nuevos lugares, pasar más tiempo con nuestra familia y amigos, disfrutar de una noche de fiesta, hacer más deporte… Todo ello, claro está, dejando a un lado y descansando de lo que hacemos con intensidad y asiduidad el resto del año: el trabajo (y el resto de obligaciones) que nos proporcionan bastante estrés y ansiedad. 

 

Cómo superar el síndrome postvacacional

En verano, al no haber una rutina, es frecuente trasnochar más y levantarnos mucho más tarde, además de no tener los mismos hábitos que se tienen normalmente durante el resto del año. Los expertos recomiendan regresar a casa unos días antes de volver al trabajo para poder ir adaptándonos antes de empezar la rutina: irte a la cama a la hora que lo hacías habitualmente antes de las vacaciones e incorporar rutinas poco a poco durante estos días para volver a nuestros horarios habituales de forma gradual, no de golpe.

Si no contamos con unos días para adaptarnos porque ya hemos vuelto al trabajo, aconsejan dedicar los primeros días a organizarse, estableciendo un orden (y prioridades) a las tareas de las próximas semanas para no saturarnos con mucho trabajo en los primeros días tras la vuelta de vacaciones, además de intentar no dejar de hacer las actividades que se han ido haciendo durante las mismas.

Recomiendan, además, buscar motivaciones en el área del ocio y centrarse en aquellos aspectos que nos resulten positivos del trabajo y la vuelta a la rutina: el reencuentro con compañeros y amigos del trabajo a los que has echado de menos durante tus días de descanso y vuelves a ver en la vuelta. 

 

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