A primera vista apenas se ve ni se siente, pero el cuerpo humano comienza a envejecer a la temprana edad de 20 años. Eso sí, en este caso envejecer no significa enfermar, ni mucho menos. Con envejecer nos referimos a toda aquella piel y órganos del cuerpo, antes tersos, que comienzan a arrugarse y caerse y a aquellas otras extremidades cuyas funciones pasan a ser más lentas. Y esto no sólo es visible a nivel estético en las arrugas que comienzan a surcar nuestro rostro y manos.

Aunque no se quiera, el envejecimiento arrastra a todo el mundo: es un hecho inevitable a la par que natural. Y aunque el organismo de todo el mundo deba pasar por este proceso natural, no todos –hombres y mujeres- lo hacen igual: en este sentido, ellas lo hacen más tarde, es decir, resisten más al paso del tiempo, además de que suelen vivir más que sus compañeros del sexo opuesto.

Algunos cambios físicos son más llamativos que otros. Por ejemplo, a la vista de todos salta cómo a nuestros abuelos les “crecen” la nariz y las orejas, ¿verdad? Si bien más de uno (y una) habrá observado este particular hecho, los expertos precisan que, en realidad, la estructura de estos órganos no aumentan, sino que, en el caso de las orejas aumentan los cartílagos y en el de la nariz, huesos y cartílagos.

Además, los expertos apuntan a que la piel que los rodea, los tejidos blandos, se vuelven flácidos con el paso del tiempo, creciendo el lóbulo interior así como la piel que los envuelve. Lo mismo ocurre con la papada y con el tejido mamario, cuya piel se descuelga y por eso visualmente parecen más grandes.

En las mujeres, una zona del cuerpo en la que sí se nota mucho es en los brazos, donde se reemplaza el tejido consistente y firme por tejido graso sin tersura ni elasticidad, dando la sensación de descuelgue en la piel.

En el caso de los varones, esto mismo ocurre con la piel del escroto (que tiene siete capas): se hace menos tersa y aumenta el tamaño de la bolsa testicular aunque no lo haga el tamaño de los genitales en sí. Lo que sí crece de forma fisiológica con el paso del tiempo es la próstata. Para estos casos, en urología habitualmente se da un diagnóstico a los señores mayores: hipertrofia, que hace que el hombre tenga que ir más veces al baño.

 

Dentro del organismo… 

Este envejecimiento no sólo afecta a la piel: también lo hace dentro del organismo, a los huesos. Así, los médicos mencionan los huesos artrósicos. Esta enfermedad responde a una fase de crecimiento óseo de manera desordenada, ocurriendo lo mismo con los pies y las rodillas. Sin embargo, apuntan que la estatura de las personas disminuye al hacerlo también las vértebras, que se empequeñecen en lugar de crecer como hacen los huesos.

Con el paso del tiempo los órganos internos también se dañan. Hay que prestar especial atención a la función renal, pues muchos medicamentos se eliminan con dicha función. Parte del agua de nuestro organismo se transforma en tejido graso sirviendo de retención a los fármacos. Asimismo, la masa muscular y las proteínas en sangre también disminuyen. 

La audición y la vista también se ven afectadas. Los tonos graves se mantienen bien pero se pierde en los tonos agudos. De ahí la importancia de hablarle despacio (que no alto) y vocalizando bien a nuestros mayores, además de apoyarnos con gestos. 

En cuanto a la vista, primero se pierde la visión cercana (apareciendo la tan común vista cansada o presbicia): cuesta ver en zonas poco iluminadas y en las últimas horas del día, así como letras y detalles pequeños.

El cerebro también se ve afectado por el envejecimiento. La lentitud a la hora de procesar la información, la escasa capacidad de atención y los problemas de memoria con el paso del tiempo son algunos de los síntomas que se observan aunque esto no significa que una persona anciana olvide las funciones básicas para hacer su vida diaria ni vea mermada su capacidad intelectual. Únicamente necesitan algo más de tiempo que personas más jóvenes para procesar la información o recordar hechos presentes o pasados: unos diez segundos, según matizan los especialistas geriátricos.

 

 

 

 

 

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